La noticia es de hace un año.

La chimenea de Ojaiz explotó por un defecto de fábrica o de instalación . eldiariomontanes.es
Hace apenas un año que la familia Liñero instaló en su casa de Ojaiz un sistema de calefacción con chimenea calefactora, consistente en una estufa de leña que calienta el agua que luego pasa a los radiadores. Por algún motivo, este circuito se paralizó en algún punto, pero la estufa siguió calentando el agua hasta que la instalación no aguantó más y terminó reventando. La explosión fue tan fuerte que la chimenea expulsó agua ardiendo y hierros de su propia estructura, generando una onda expansiva que arrojó por los aires los objetos del salón donde la familia Liñero estaba reunida. Cuatro de ellos sufrieron quemaduras, cortes y golpes. Tres continuaban anoche ingresados en el hospital, aunque todos evolucionan bien, incluido el pequeño de 22 meses, que fue el que se llevó la peor parte.

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ASÍ FUE:Seis heridos, entre ellos un niño, al explotar una chimenea en Ojaiz
Efectivos de la Policía Científica investigan las causas de esta explosión, ocurrida el lunes, día 16, sobre las 19.00 horas, y las primeras pesquisas apuntan a un "accidente doméstico no imprudente". Descartan que se debiera a un fallo en la utilización y apuntan a un defecto de fábrica o de la instalación como posible explicación al fallo del circuito.

EXPERTO OPINA
"En estas calderas no siempre se hace la revisión"
La normativa obliga a pasar una revisión anual en instalaciones como las chimeneas calefactoras, pero si en las calderas de gas es la empresa suministradora la que se encarga de las revisiones anuales, en las chimeneas de leña es el propietario el que tiene que contratar por su cuenta la revisión. «En este tipo de calderas no siempre se hace la revisión», asegura un técnico especializado de la empresa Ingeosolar, afincada en Torrelavega. «Es muy importante llevar al día el mantenimiento de la instalación y comprobar que las seguridades que se ponen funcionan correctamente. Hay instalaciones que por negligencia o falta de conocimiento no cuentan con estos sistemas de seguridad».

Estas chimeneas calefactoras están formadas por un hogar de leña, forrado de una cámara de agua y con una bomba de circulación que impulsa el agua hacia los radiadores. A la salida llevan una válvula de descarga térmica que suelta el agua si llega a 97 grados y otra válvula de llenado automático reemplaza el líquido expulsado con agua fría.

Este martes, el dueño de la casa, Íngel Liñero, acudió a la vivienda, que tiene cerrada desde la explosión, para acompañar a los expertos de la Policía y recibió el apoyo de numerosos amigos y familiares que se acercaron a saludarlo. Contó que su nieto, que sufrió importantes quemaduras, está ya fuera de peligro. El niño seguía ingresado anoche en la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI) de la Residencia Cantabria, pero los médicos consiguieron estabilizarlo y, después de sopesarlo durante horas, decidieron que no era necesario su traslado a la Unidad de Quemados del Hospital de Cruces. Íngel Liñero respiraba ayer aliviado al confirmarse que las heridas y quemaduras de segundo grado que había sufrido el chiquillo en el tórax y en las piernas no habían sido tan graves como se pensaba en un primer momento.

El niño entró a primera hora de la mañana en el quirófano, donde le limpiaron las quemaduras que le provocó el vapor de agua. "El chiquillo está bien. Gracias a Dios las quemaduras no son demasiado profundas", explicó su abuelo en la entrada de la vivienda familiar.

"Estábamos sentados, hablando, y de repente explotó la chimenea. Fue algo exagerado, como si fuera una bomba"
La onda expansiva fue de tal magnitud que destrozó el salón-cocina en el que estaban reunidos cinco miembros de la familia: el bisabuelo, los abuelos, la madre del niño –que además está embarazada– y el pequeño de 22 meses. Con ellos estaba también un carpintero que había ido a visitarlos. Cuatro de los familiares resultaron heridos y recibieron atención hospitalaria –la abuela, Carmen, también tuvo que ser atendida de un ataque de ansiedad–. Además del pequeño, permanecían ingresados ayer por la noche el bisabuelo del niño, de 91 años, y el carpintero, pero los médicos confían en que ambos puedan recibir el alta médica hoy mismo. El bisabuelo presentaba "golpes y un corte", al igual que el carpintero. A este último se le clavaron unos cristales en el cuello y tuvo que ser intervenido, pero las heridas "no son graves".

La familia todavía desconoce cómo pudo ocurrir semejante explosión. "No sabemos. Estábamos sentados, hablando, y de repente explotó la chimenea. Fue algo exagerado, como si fuera una bomba", describió Íngel Liñero, aún impactado por lo ocurrido.

Las vecinas de la familia Liñero, Teresa Climent y su suegra, Leonor Sanllehy, comentaban que en el momento de la explosión –sobre las siete de la tarde–, sintieron una explosión similar a la de "un choque entre dos coches". Al asomarse vieron a la abuela pedir socorro y llamaron a la ambulancia. Ayer celebraban que todos estuvieran fuera de peligro.