Energía de la biomasa

Aprovechar la energía de la biomasa consiste en usar materia orgánica para generar calor o electricidad.

Pellets de biomasa

Aprovechar la energía de la biomasa consiste en usar materia orgánica para generar calor o electricidad.

Ya desde la invención del fuego, el ser humano ha quemado leña con el fin de calentarse o cocinar. Sin embargo, debido a su bajo rendimiento energético, la biomasa fue arrinconada por el carbón, el gas y el petróleo. Hasta que, en los últimos años, se han producido avances que vuelven a situar esta energía como una alternativa ecológica, rentable y eficiente.

En este sentido, la biomasa es una fuente de energía natural, renovable y sostenible con muchas aplicaciones: se puede usar para la calefacción, en hornos o secaderos industriales, para producir electricidad o para crear biocombustibles destinados a todo tipo de vehículos.

Ventajas y desventajas de la biomasa

En comparación con otras fuentes de energía como el petróleo, la biomasa tiene un rendimiento inferior: la energía que genera un kilo de gasolina equivale a la que producen tres kilos de biomasa. A pesar de eso, las ventajas de la biomasa superan a sus inconvenientes.

Para empezar, es una fuente ampliamente disponible que se puede obtener de bosques, cultivos, etc. y permite reducir la dependencia de los combustibles fósiles como el petróleo. Además, favorece el desarrollo de una industria energética autóctona y del medio rural.

Por otro lado, las calderas de biomasa resultan igual de eficientes que las de gas o gasoil, son silenciosas, duraderas y contaminan poco. Otra ventaja añadida es que el combustible es más barato y su coste tiene tendencia a bajar, mientras el gas y el petróleo suben constantemente.

En cuanto a las desventajas de la biomasa, la principal es que las calderas son algo más caras que las de gas o gasoil, aunque el coste se amortiza en unos años. Almacenar el combustible también requiere más espacio, lo cual dificulta su uso en viviendas. Y puede resultar difícil de obtener un abastecimiento regular, al no estar tan desarrollados los canales de distribución.

Impacto medioambiental de la biomasa

Calentar un hogar con biomasa es mucho más ecológico que hacerlo con una estufa eléctrica o de gas. La razón es que la biomasa es un recurso natural que se regenera rápidamente, a diferencia del petróleo o el gas, que tardan miles de años en formarse. Además, si bien quemar biomasa produce emisiones de CO2, se trata de un dióxido de carbono que fue capturado de la atmosfera por la planta de la cual procede la biomasa, mientras que el gas o el carbón liberan CO2 almacenado en el subsuelo. Por eso la combustión de la biomasa se considera neutra para el medio ambiente y por otro lado los humos resultantes apenas contienen compuestos de nitrógeno, azufre o cloro, que provocan la lluvia ácida y agravan la polución en las ciudades.

También conviene señalar que el aprovechamiento de la biomasa forestal se lleva a cabo de manera sostenible, obteniendo el combustible a partir de restos de podas, tareas de limpieza y mantenimiento de montes, talas controladas, etc. Esta explotación ayuda a prevenir incendios.

Combustibles y equipos

La biomasa permite la utilización de una amplia variedad de materias primas que pueden tener procedencias muy diversas, tal y como se puede apreciar en la siguiente tabla:

Origen Materia prima
Residuos agrícolas Residuos agrícolas (restos de poda, cáscara, hueso de aceituna, orujos, purines, etc.)
Cultivos energéticos Oleaginosas (girasol,colza, soja, palma, etc.), alcoholígenos (remolacha, caña de azúcar, cebada, etc.) y lignocelulósicos (eucaliptos, acacias, chopos, pinos, sauces, querquinaceas, etc.)
Forestal Restos de podas, limpieza y mantenimiento de montes, talas, etc.
Industrial Restos de corcho, azucareras, desmantelamiento de algodón, cáscara de arroz, madera, etc.
Residual Residuos sólidos urbanos, lodos de depuradoras

A partir de estas materias primas, se pueden elaborar diferentes tipos de combustibles para usar en las calderas o los hornos que funcionan con biomasa. Los más habituales son las astillas (procedentes de madera triturada), las briquetas (cilindros de serrín prensado) y los pellets (cilindros más pequeños ideales para sistemas automatizados). También se están desarrollando biocombustibles y biogás obtenidos a partir de biomasa y enfocados a su uso en vehículos.

Tradicionalmente, la energía de la biomasa se usaba en chimeneas y estufas de leña, que han evolucionado para volverse más eficientes y limpias (por ejemplo, las estufas de convección con ventiladores o las chimeneas térmicas de hogar cerrado). Sin embargo, la forma más eficaz de utilizarla son las calderas de biomasa, que suelen funcionar con astillas o pellets porque permiten automatizar la carga del combustible, algo que no es posible con la leña o las briquetas. También existen plantas de generación que queman biomasa para producir electricidad.

Requisitos y mantenimiento de instalaciones térmicas de biomasa

Al igual que cualquier otro tipo de calefacción convencional, la instalación de un sistema de calefacción con biomasa requiere cumplir el Reglamento de Instalaciones Térmicas en Edificios, la Normativa Básica de la Edificación y los requisitos que puedan existir en cada Comunidad. También es necesario que un experto efectúe periódicamente una revisión de la instalación.

Independientemente del sistema empleado, las instalaciones de biomasa suelen constar de un depósito para el combustible; un sistema de alimentación que lo lleve a la caldera; una caldera; una chimenea y un sistema de distribución y regulación del calor. Para ello, las calderas se pueden conectar directamente a los radiadores y otros sistemas instalados en las viviendas.

El funcionamiento y mantenimiento de las calderas de biomasa es muy sencillo. Sólo es necesario vaciar periódicamente el depósito donde se almacenan las cenizas, que se pueden utilizar como fertilizante para plantas o arrojar a un contenedor o vertedero autorizado para ello.

Cálculo de amortización de una caldera de biomasa

Actualmente (año 2012) instalar una caldera de biomasa cuesta un 20% más que una de gas o gasoil. Sin embargo, como el combustible es más barato, este coste adicional se amortiza en poco tiempo.

Por ejemplo, imaginemos que una vivienda instala una caldera de pellets de 27 kW de potencia con un coste de 6.000 euros. Con un consumo anual de 9.500 kg de pellets a 0,25 €/kg, el coste anual de la calefacción sería de 2.375 euros. Si funcionara con gasoil, la misma instalación consumiría 4.500 litros al año, con un coste de 1 €/l, lo cual arrojaría una factura anual de 4.500 euros. Por lo tanto, el ahorro sería de 2.125 euros/ año y la caldera se amortizaría en tres años.

Otra posibilidad es combinar una caldera de biomasa con la instalación de placas solares térmicas para generar agua caliente sanitaria y reducir así el consumo de biomasa en los meses de verano.

Situación en España

En la actualidad (año 2012), la biomasa supone el 10% del consumo energético mundial, si bien la mayor parte corresponde a países en desarrollo que usan sistemas poco eficientes como estufas. En Europa, países como Finlandia cubren con biomasa el 50% de sus necesidades de calefacción.

España ocupa la sexta posición en producción de energía y calefacción a partir de biomasa, según los datos de EurObserv'ER. Aunque se trata de una posición engañosa, porque el consumo por habitante es todavía de los más bajos de la Unión Europea. Andalucía, Galicia y Castilla y León son las regiones con un mayor uso de la biomasa. A ello contribuye la existencia de un sector forestal y la prevalencia del medio rural, que favorecen el uso de la biomasa.

Sin embargo, el grado de desarrollo que ha alcanzado y sus grandes beneficios auguran que la biomasa tendrá un papel cada vez más importante en el abastecimiento de hogares e industrias.

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