El 25 de mayo se publicó el RD 661 y hoy ya podemos ver en toda su magnitud sus consecuencias. Yo siempre he pensado que era muy malo, una enorme metedura de pata redactada por un conjunto de incompetentes y ahora pienso que es aún peor.

Sus redactores no fueron capaces de afrontar la problemática que se les planteaba y dejaron sin solución los problemas fundamentales del sector como una prima excesiva y un recalentamiento evidente. Se les ha excusado diciendo que no tenían la información necesaria y lo que ahora sucede es algo imprevisible e inevitable, pero esto no es así porque tenían a su disposición fuentes de información suficientes como para contrastar los datos y verificar su validez.

Dicen en la Revista Foton que ni siquiera la CNE, el órgano competente en esta cuestión, sabe cual ha sido la evolución de la potencia instalada y mucho menos conoce la que está en trámite. ¿Para qué sirve entonces la inscripción previa en el REPE? ¿Es que solo sirve para poner un obstáculo administrativo más? Esa fuente de información no debía haber sido ignorada y hacerlo ha sido negligente.

También les ha fallado el sentido común al redactar la nueva norma. Si ahora la rentabilidad de un proyecto es del 10 % y en el futuro será del 7% ¿Cuándo se debe acometer la obra?

Pensaron que la inseguridad jurídica que introducían con la nueva norma y el aval podían ser suficientes para disuadir a muchos y frenar la evolución alocada que llevamos. Los hechos demuestran que estaban muy equivocados y que habían subestimado la inteligencia de las personas porque lo de la inseguridad jurídica no puede tomarse más que como un farol y lo del aval bien lo vale.

Al final tenemos lo que nos han buscado, una carrera alocada por entrar en plazo, lo que el RD 661 decía es:

¡Tonto el último!